Dando forma a la microbiota intestinal mediante la lactancia materna: ¿La puerta de entrada a la prevención de alergias?
Comentario hecho por la Dra. Paulina Brahm M.
A partir del paper en su versión en inglés: Shaping the Gut Microbiota by Breastfeeding: The Gateway to Allergy Prevention?
El cuerpo humano está colonizado por múltiples microorganismos, siendo el sistema gastrointestinal, particularmente el colon, especialmente importante. El desarrollo de la microbiota es un proceso complejo, y el orden y momento cuando se coloniza tendrá un impacto a lo largo de la vida del recién nacido. La forma de nacer, la exposición a antibióticos y la nutrición son los factores clave en la formación de la microbiota temprana, tanto en su composición como función.
La microbiota juega un rol no sólo en la nutrición, en el metabolismo de los ácidos biliares y en la producción de vitaminas, sino también en la inmunidad de la mucosa intestinal y el sistema inmune. Hay evidencia creciente que demuestra que alteraciones en la microbiota intestinal en la infancia temprana puede tener un impacto a largo plazo a nivel local y sistémico.
Estudios animales han observado que existe una ventana de oportunidad temprana para la prevención de alergias y alteraciones precoces en la microbiota intestinal, las cuales se relacionan con un aumento del riesgo de enfermedades posteriormente. Esta ventana de oportunidad de prevención coincide con el periodo de amamantamiento.
La leche materna impacta la microbiota intestinal directamente a través de la microbiota de la leche e indirectamente a través de factores maternos presentes en ella que afectan el crecimiento y metabolismo, tales como, los oligosacáridos, la IgA secretora y factores antimicrobianos presentes en la leche materna. Por lo tanto, esta tiene el potencial de modular la microbiota del recién nacido y tener un impacto positivo en la prevención de alergias alimentarias.
En los humanos está descrita la relación entre la disbiosis del microbioma gastrointestinal durante los primeros cien días de vida, y el aumento de riesgo de asma. Estudios recientes sugieren que existe una transferencia entre el microbioma de la madre al feto dentro del útero. Microbios han sido detectados en la placenta, el líquido amniótico, la membrana fetal, el cordón umbilical y el meconio, sin embargo es el nacimiento la mayor exposición a éste, siendo éste muy dependiente al modo en que se nace.
Además de la forma de nacer y/o el uso de antibióticos antes o después del parto, la nutrición temprana juega un rol fundamental en la composición y función de la microbiota, dado que provee de nutrientes para el crecimiento bacteriano y dirige la producción de metabolitos. De hecho, se ha observado que la lactancia es el principal factor asociado a la estructura del microbioma durante la infancia temprana. Las primeras bacterias que se establecen en el intestino neonatal son principalmente aeróbicas, o anaeróbicas facultativas como enterobacter, enterococcus y estafilococo, las cuales durante su crecimiento consumen oxígeno permitiendo que crezcan bacterias anaerobias como las bifidobacterias. La microbiota intestinal de los niños amamantados está dominada por bifidobacterias sp y lactobacillus sp, en cambio, los alimentados con fórmula láctea presentan una microbiota más similar al de los niños mayores. Y aunque sean relativamente pequeñas las cantidades de suplementación con fórmula láctea durante los primeros días de vida, igualmente resultan en un cambio en la composición de la microbiota.
La leche materna contiene entre 102 a 104 bacterias viables por mL, y las comunidades de bacterias son complejas y varían entre los individuos. La microbiota evoluciona en el tiempo, y es así como el calostro – que contiene estafilococos, y estreptococos – tiene más diversidad que la leche madura – que contiene al mes de vida mucho menos estafilococos.
Los oligosacáridos de la leche materna son azúcares complejos exclusivos de esta, los cuales no son digeribles y no proveen energía al lactante, pero sirven de prebióticos – sustratos para los procesos de fermentación intestinal. Éstos son abundantes en la leche materna, pero ausentes en la gran mayoría de las fórmulas lácteas.
La IgA secretora también juega un rol relevante en el aporte a la microbiota intestinal neonatal. Las células plasmáticas productoras de IgA de la glándula mamaria provienen del intestino materno. Específicamente, la IgA secretora de la leche materna está determinada por la exposición entérica de la madre a bacterias patógenas y comensales.
Por último, los factores antimicrobianos presentes en la leche materna tienen el potencial de modular la microbiota. La leche materna es la principal fuente de lactoferrina del lactante, y ésta lo protege contra las invasiones bacterianas secuestrando el fierro de las bacterias patógenas, e interactuando directamente con éstas. Además esta habilidad de proteger contra microorganismos patógenos, ayuda al desarrollo de una microbiota más saludable.
van den Elsen, L.W. J., Garssen, J., Burcelin, R. & Verhassel, V. (2019). Shaping the Gut Microbiota by Breastfeeding: The Gateway to Allergy Prevention?. Frontiers in Pediatrics. Vol. 7:47. eCollection 2019. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6400986/pdf/fped-07-00047.pdf.