LACTANCIA MATERNA Y LAS VACUNAS COVID-19

Primeros estudios sugieren que las vacunas contra el SARS-CoV-2 son seguras y que los anticuerpos generados se transfieren a la leche materna, sin embargo en el siguiente análisis surge la pregunta de si estas son capaces de proteger al lactante.

A continuación, se resumirá los principales descubrimientos informados en el portal News Nature el día 23 de Junio 2021. Los dejamos invitados a leer la noticia completa en el siguiente enlace:

Shannon Hall.(2021). Nature 594, 492-494.  https://www.nature.com/articles/d41586-021-01680-x

«La leche materna por sí misma es algo más que nutrición, la leche materna es medicina” Hedvig Nordeng, Universidad de Oslo, especializada en el uso y la seguridad de los medicamentos en el embarazo y la lactancia».

En la actualidad, los científicos sólo han examinado las vacunas fabricadas por Pfizer-BioNTech y Moderna, y no han detectado el virus en la leche materna. Lo que sí han encontrado son anticuerpos, producidos por las madres en respuesta a las inoculaciones, contra el coronavirus SARS-CoV-2. «Estamos muy contentos de tener algo bueno en lo que apoyarnos», dice Stephanie Gaw, perinatóloga de la Universidad de California en San Francisco. «Los estudios son pequeños, aún son tempranos, pero son muy positivos». Ahora, los investigadores quieren saber si esos anticuerpos pueden proporcionar a los bebés una protección al menos parcial contra el COVID-19.

Preguntas sobre la vacuna

  • Una tendencia que quedó clara desde el principio es que las embarazadas diagnosticadas con COVID-19 tienen más probabilidades de ser hospitalizadas que las mujeres de la misma edad que no están embarazadas. Por ello, algunos obstetras sospechan que las personas en periodo de lactancia también son susceptibles de padecer COVID-19 grave. Respecto a las personas en periodo de lactancia, estas generaban la misma respuesta de anticuerpos que las que no lo estaban, es decir, la vacuna es igual de beneficiosa para las madres lactantes.
  • Un segundo estudio de Gaw y su equipo, extrajo sangre de 23 participantes lactantes y descubrió que los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 aumentaban después de su segunda dosis.
  • A diferencia de la vacuna contra la fiebre amarilla (vacuna de virus vivo), las vacunas COVID-19 no conllevan el riesgo de provocar una infección activa. Además, es muy poco probable que las vacunas COVID-19 pasen a la leche materna. De hecho, los investigadores no esperan que ninguna de las vacunas actuales se excrete en la leche materna. Por ello, la Organización Mundial de la Salud recomienda que las madres sigan dando el pecho después de la vacunación. Además, los CDC y el Comité Conjunto de Vacunación e Inmunización del Reino Unido emitieron declaraciones donde se señalaba que no se habían detectado problemas de seguridad a partir de los datos disponibles, por lo que las personas lactantes podrían optar por vacunarse.
  • Así que Gaw y sus colegas hicieron una comprobación de seguridad. En un pequeño estudio, su equipo examinó muestras de leche materna de seis participantes hasta dos días después de haber recibido la vacuna de Pfizer-BioNTech o la de Moderna, y no encontró rastro del ARNm en ninguno de los dos casos.
  • Los investigadores saben desde hace tiempo que los recién nacidos no producen eficazmente anticuerpos contra las bacterias y los virus nocivos, y que este tipo de protección puede tardar de tres a seis meses en aparecer. Para ayudar en esos primeros días, la leche materna rebosa de anticuerpos capaces de evitar posibles amenazas. En la madre, las células inmunitarias llamadas linfocitos B producen constantemente anticuerpos, una vez que comienza la lactancia, las glándulas mamarias envían una señal química que atrae a estas células B al pecho, donde se estacionan en las glándulas y producen miles de anticuerpos por segundo, listos para pasar a la leche materna en enormes cantidades. Pero a diferencia de las moléculas de los medicamentos, el café y las bebidas alcohólicas, que son tan pequeñas que pueden pasar a la leche materna por sí solas (aunque en niveles diluidos), los anticuerpos son demasiado grandes para hacerlo. En cambio, los receptores de la superficie de los conductos lácteos atrapan los anticuerpos y los empaquetan en burbujas protectoras llenas de líquido que les permiten pasar con seguridad a través de las células de los conductos lácteos y a la leche del otro lado.
  • Sin embargo, lo que ocurre una vez que los anticuerpos llegan al bebé es más misterioso. Los anticuerpos de la leche materna no llegan al torrente sanguíneo del bebé, sino que recubren la boca, la garganta y el intestino antes de ser digeridos en última instancia. No obstante, estos anticuerpos parecen proporcionar protección, podría ser que actúen en las entradas del organismo para rechazar la infección antes de que arraigue. Por ejemplo, las madres lactantes que reciben la vacuna contra la gripe (y, por lo tanto, transmiten esos anticuerpos protectores a su bebé a través de la leche materna) proporcionan cierta protección a los bebés que son demasiado pequeños para recibir la vacuna. Lo mismo podría ocurrir con los anticuerpos de COVID-19.
  • Cuando Gray y sus colegas analizaron la sangre y la leche materna de madres lactantes que habían recibido la vacuna COVID-19, encontraron altos niveles de anticuerpos contra esta enfermedad en todas las muestras. Y es un hallazgo especialmente emocionante dado que los bebés no pueden recibir actualmente ninguna de las vacunas disponibles (aunque tanto Pfizer-BioNTech como Moderna han iniciado ensayos de sus vacunas contra la COVID-19 en niños de tan sólo seis meses).
  • Mientras que la COVID-19 suele ser leve en las poblaciones más jóvenes, los bebés menores de dos años que contraen la enfermedad tienen más probabilidades de ser hospitalizados que los niños mayores. Se cree que esto se debe a que los bronquiolos, los conductos que llevan el aire a los pulmones, son mucho más pequeños en los bebés. Además, los bebés y los niños pueden desarrollar una enfermedad grave conocida como MIS-C (por sus siglas en inglés, síndrome inflamatorio multisistémico en niños), en la que se inflaman diferentes partes del cuerpo después de que el niño contraiga la COVID-19.
Un estudio de 84 trabajadoras sanitarias en periodo de lactancia descubrió que su leche materna contiene niveles sustanciales de anticuerpos contra el coronavirus SARS-CoV-2 durante varias semanas después de haber sido vacunadas. El estudio analizó dos anticuerpos, la inmunoglobulina A (IgA, que también se encuentra en el revestimiento del intestino y las vías respiratorias) y la inmunoglobulina G (IgG, que también se encuentra en la sangre).

Misterios de la leche

  • Una de las grandes incógnitas actuales es el grado de protección que los bebés reciben de la leche materna. Para empezar, los científicos no están seguros de que estos anticuerpos sean realmente funcionales, es decir, que maten el virus que causa el COVID-19 si entran en contacto con él. Pero las primeras investigaciones son prometedoras. El año pasado, un equipo de los Países Bajos recogió anticuerpos de la leche materna de personas con una infección previa de SARS-CoV-2 y descubrió que las muestras podrían neutralizar el virus en el laboratorio. Ambos equipos están llevando a cabo el mismo experimento con anticuerpos inducidos por vacunas, tras un estudio realizado por científicos de Israel en el que se sugería que los anticuerpos creados tras la vacunación podían impedir que el virus infectara las células.
  • Pero esto sólo puede ocurrir si los anticuerpos persisten. Los científicos aún no saben durante cuánto tiempo las personas vacunadas seguirán produciendo anticuerpos contra la COVID-19, pero las pruebas indican que lo hacen durante un tiempo considerable; un estudio de 33 personas sugiere que la producción de anticuerpos en adultos a los que se les administró la vacuna Moderna continúa durante al menos 6 meses. Esto podría significar que los bebés seguirán recibiendo cierta protección de sus madres siempre que sigan amamantando, aunque las concentraciones de anticuerpos en la leche materna disminuyen con el tiempo, esa reposición constante es clave. Los científicos sospechan que los anticuerpos se digieren en el intestino del bebé al cabo de horas o días, eso significa que su inmunidad parcial probablemente desaparecerá una vez que la lactancia materna haya cesado. También se sugiere que dar leche materna a niños mayores (como muchas madres vacunadas han discutido en foros en línea) probablemente no les dará inmunidad parcial, al menos no por mucho tiempo.
  • Pero incluso en el caso de los bebés alimentados exclusivamente con leche materna, los médicos instan a las madres a seguir las estrategias de salud pública cuando reciben visitas. «Cualquiera que esté en contacto estrecho con el bebé debería vacunarse y estar enmascarado», dice Andrea Edlow, especialista en medicina materno-fetal de la Facultad de Medicina de Harvard y del Hospital General de Massachusetts, que trabajó en el estudio con Gray.
  • Por suerte, hay más datos en camino. Gray y su equipo harán un seguimiento de sus participantes durante todo un año (aunque los detalles aún se están discutiendo). El equipo de Gaw, de la Universidad de California en San Francisco, tiene previsto evaluar la salud general y la tasa de infecciones de los bebés mientras son amamantados, la pregunta del millón por el momento.
  • Los científicos también están trabajando para analizar los anticuerpos con más detalle. Chambers y sus colegas de la Universidad de California en San Diego, por ejemplo, reciben actualmente muestras de aproximadamente 30 participantes al día; también tienen previsto seguir el crecimiento y el desarrollo de los bebés.
  • No obstante, los resultados obtenidos hasta ahora son lo suficientemente prometedores como para que la mayoría de los expertos recomienden a las madres lactantes que se vacunen.
«Si yo tuviera un bebé pequeñito ahora mismo, no me arriesgaría, no esperaría», dice Alter. «Si puedes dotar a tu hijo de inmunidad, ni siquiera me lo plantearía».



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